Diciembre es la época de regalos. Por todas partes se escuchan los preparativos e inicia la carrera para ir comprando los regalos para dar a los seres que amamos. Me gustan los regalos, me emociona saber que hay un regalo para mí, y eso me hace pensar que no todas las personas reciben regalos.
Hay un regalo que está al alcance de todas las personas y es un regalo diferente.
En el Evangelio de Juan 3:16 dice: "Pues Dios amó tanto al mundo que dio a su único Hijo, para que todo el que crea en él no se pierda, sino que tenga vida eterna. Dios no envió a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para salvarlo por medio de él."
Los regalos deberían hacernos pensar la razón de por qué damos un regalo o tal vez lo recibimos. Es cierto que detrás de esta costumbre de regalar está la tradición de un sacerdote católico llamado Nicolás y que se dedicaba a obsequiar regalos a los niños pobres. Hermoso gesto, pero insuficiente para satisfacer la necesidad más grande del ser humano.
Un regalo como el que ahora se da puede alegrarnos por un momento, la alegría nos durará un par de meses y luego tal regalo lo dejaremos a un lado.
Pero el regalo que Dios nos da es eterno, y lo podemos disfrutar día con día. Sólo para nombrar algunas razones, este regalo del único Hijo de Dios trae consigo:
1. Salvación. Qué regalo más hermoso de Dios para nosotros. Y es que "Él vino a buscar y salvar lo que se había perdido" (Lucas 19:10).
2. Vida eterna. Cada ser humano que aún no le ha reconocido como Señor y Salvador está perdido, aquellos que no quieren creer en él están siendo condenados por ellos mismo a perder este regalo de la vida eterna, de vivir con Dios para siempre. El mismo apóstol Juan escribió: "El que cree en el Hijo tiene vida eterna; pero el que rehúsa creer en el Hijo no verá la vida, sino que la ira de Dios está sobre él." (3:36).
¿Has aceptado el inigualable y gran regalo de Dios para tu vida? Sólo necesitas creer en el Señor Jesucristo y recibe su salvación y vida eterna.
Y si ya lo has recibido….lo estas compartiendo?
Mientras disfrutas el regalo más grande que Dios nos ha dado, aprovechemos durante esta época de Navidad, a compartir con los demás ese regalo maravilloso de la Salvación.