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Mi gozo al servir a Dios


Alguien me pregunto: ¿qué ganas con dedicar tiempo en servir a Dios?

Le contesté: muchas cosas gano con servir al Señor.

Pero esta pregunta me hizo reflexionar en:

Cómo y de qué manera estoy sirviendo a Dios: El verdadero servicio no es algo que nosotros hacemos para Dios, sino más bien algo que Dios hace por medio de nosotros. Muchas personas se niegan a servir al Señor, o sirven infructuosamente, porque no son capaces de entender este principio fundamental.

1 Tesalonicenses 5:24 dice: “Fiel es el que os llama, el cual también lo hará”

Dios es quien nos llama, quien nos da el deseo de servir y quien nos capacita para que en nosotros se produzca tanto el querer como el hacer por su buena voluntad (Filipenses 2:13). Por tanto, lo que pensamos que es un servicio nuestro, en realidad es el Señor actuando dentro de nosotros. Ni siquiera Jesús se adjudicó el crédito por los milagros que realizaba, Era El Padre en Él quien los hacía (Juan 14:10).

Justo antes de que los apóstoles salieran a cambiar al mundo con el Evangelio, El Señor resucitado les ordenó permanecer en Jerusalén hasta que fueran “investidos de poder desde lo alto” (Lucas 24:49). Jesús sabía que ellos no estaban equipados por sí solos para enfrentar los retos que tenían por delante; necesitan el poder del Espíritu Santo que vendría pronto a estar en ellos, con ellos y sobre ellos.

Si los discípulos y el propio Jesús dependieron del poder divino, Usted y yo debemos depender de Dios para llevar a cabo las tareas que Él nos dé. Realizarlas dependerá de Él, no de nosotros, y las lograremos si nos rendimos voluntariamente a la presencia, al poder y a la dirección del Espíritu Santo en nuestra vida.

Si nos rendimos de esta manera, tendremos una sensación de alivio, sabiendo que la responsabilidad es de Él, no nuestra; y de confianza, por Su capacidad, no la nuestra; y de contentamiento, ya que, por estar Dios a cargo, no tenemos que preocuparnos si las personas están satisfechas de nuestros esfuerzos.

Sin embargo, los creyentes deben tener presente algunas advertencias:

•Para empezar, toda la gloria le pertenece a Dios;

•No debemos ser tan ignorantes o arrogantes para atribuirnos el mérito de lo que Él ha hecho a través de nosotros (Mateo 5:16).

•Tampoco podemos insistir en cómo serviremos, dónde o por cuánto tiempo.

Nuestra actitud debe ser:

•“Señor, soy tu siervo. Haré lo que Tú quieras, donde Tú quieras y de la manera que Tú quieras. Pero, Señor, tienes que hacer a través de mí lo que Tú quieres que se haga”.

•Dios sabe que el éxito que usted logre será gratificante para usted y un motivo de gloria para Él

No importa quién sea el objeto de nuestro servicio, servimos en realidad al Señor.

¿Qué ganaré con esto?

Poder decir: Me gozo en servir al Señor y TODA LA GLORIA SEA A EL.

Silvia Aké

Presidenta de la UFM de Texas

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