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Amor a Dios, evidencia del cristiano


Hay un mes en el calendario que se ha asignado para celebrar el amor y la amistad, tristemente muchas personas sólo muestran amor en este tiempo. El comercio estimula las mentes de las personas para “comprar” muestras de amor.

Al igual que el amor a Dios, el amor al prójimo no es solo sentimiento, sino también acción. Entendemos mejor este hecho al examinar el contexto del mandato de Levítico 19 que exhorta a los siervos de Dios a amar al prójimo como a sí mismos. En ese capítulo leemos que los israelitas dejarían que los necesitados y los residentes forasteros recogieran parte de la cosecha. Además, no tolerarían el hurto, el engaño y la falsedad, ni tampoco el favoritismo en los juicios. Censurarían a quien actuara mal, pero sin olvidar esta advertencia: “No debes odiar a tu hermano en tu corazón”. Este mandamiento y muchos más se resumían en las palabras: “Tienes que amar a tu prójimo como a ti mismo” (Levítico 19:9-11, 15,17, 18).

Nunca olvidemos que el amor al prójimo está ligado al amor a Dios. Jesús ayudó a los pobres, curó a los enfermos, dio de comer a los hambrientos y, además, enseñó a las multitudes. ¿Por qué lo hizo? Porque quería ayudarlos a reconciliarse con Jehová (2 Corintios 5:19). Él efectuó todas las cosas para la gloria de Dios, y jamás perdió de vista el deber de representar a su amado Padre y ser un fiel reflejo de su personalidad (1 Corintios 10:31). Si imitamos a Jesús, nosotros también amaremos de verdad al prójimo, al tiempo que nos mantendremos separados del mundo, es decir, de la humanidad malvada.

¿Qué implica amar al prójimo como a uno mismo?

Jesús dijo: “Tienes que amar a tu prójimo como a ti mismo”. Amar a nuestros semejantes como a nosotros mismos significa tener con ellos la actitud que nos gustaría que ellos tengan con nosotros y darles el trato que desearíamos recibir. Bien dijo Jesús: “Todas las cosas que quieren que los hombres les hagan, también ustedes de igual manera tienen que hacérselas a ellos” (Mateo 7:12). Observamos que Jesús no dijo que estuviéramos siempre dándole vueltas a alguna ofensa del pasado y que pagáramos con la misma moneda. Más bien, nos animó a pensar en cómo preferiríamos que se comportaran con nosotros los demás y luego actuar de igual manera con ellos.

Pidamos a Dios mostrar y poner en acción el amor que nos ha sido dado, qué mejor oportunidad que podamos hacerlo por medio del ministerio a los Homeless.

Únete y juntas compartamos el amor de Dios.

ORACIÓN:

Gracias, Dios mío, por amarme tanto.

Gracias por amarme a pesar de que no te he amado como Tú me amas.

Enséñame a amarte sobre todas las cosas y más que a todas las personas,

Porque quiero que Tú, Señor, seas lo primero en mi vida.

Enséñame también a amar a los demás como Tú me pides que los ame:

Enséñame a amarlos como Tú me amas.

Quiero amar como Tú, Jesús, sirviendo cada vez que pueda.

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